Este post lo empecé a escribir primer día que llegamos a Tánger, tanto para tener impresiones frescas como por disponer de bastante tiempo libre la primera tarde que pasamos aquí.
Hace unos meses visitamos Marrakech y nos gustó tanto que decidimos visitar otra cuidad marroquí en el mismo año.
Durante todo el año hay vuelos directos desde Madrid o Barcelona hacia varias ciudades marroquíes como Marrakech, Fez o Tánger, este último ha sido nuestro destino para finales de septiembre.
Para los ciudadanos de la UE no hay tramites ni papeleos ni visados previos que hagan complicado viajar a este país. Solo hay tener un pasaporte en vigor durante los siguientes 6 meses y rellenar una ficha de entrada y salida.
Se trata de una pequeña tarjeta, que dependiendo de la compañía área, te la dan directamente en el vuelo o si no, la puedes encontrar en las mesas justo antes del control de pasaporte. Es muy fácil de rellenar, acuérdate de llevar un bolígrafo.
Una vez rellenada, se entrega junto con el pasaporte para que la revisen. La ficha se la quedan y a ti te devuelven pasaporte sellado.
En Tánger el control de pasaportes ha sido mucho más rápido que en Marrakech, parece que los vuelos no llegan tan concentrados a la misma hora.
Si vuelas con Ryanair, imagino que para el resto de compañías es lo mismo, acuérdate de tener las tarjetas de embarque impresas para el vuelo de vuelta y, antes de pasar por el control, ir a sellarlos en el mostrador de Ryanair.
Con el vuelo de apenas 1 hora y media desde Madrid estábamos, a las 2 de la tarde de hora local, (en Marruecos es una hora menos que en España) en el aeropuerto de Tánger, donde nos esperaba Rachid, el chófer de la agencia donde contratado los tours para el tiempo que estaríamos allí.
Después de la agradable estancia en uno de los riads en Marrakech hemos optado otra vez por este tipo de alojamiento. Como soy bastante especial con el tema de los hoteles y los busco con la valoración mínima de 8 puntos, elegimos el Riad Dar Nakhla, situado en el corazón de la medina.
Aquí he de dedicar unas líneas para opinar sobre alojamiento; cual esta vez elegí solo a base de opiniones de booking y no de tripadvisor, donde no eran tan buenas. Está ubicado dentro de la medina, en una callejuela, pero es bastante fácil de encontrar. Al entrar hay un pequeño patio, que por si mismo es bonito, pero sirve también como “sala de estar” de las dos habitaciones, que están abajo. Una de ellas, Malabata, nos tocó a nosotros. Digo “sala de estar”, porque la habitación era tan pequeña y oscura que se apetecía quedar fuera de ella. A no tener aire acondicionado y poca ventilación, era bastante húmeda, la cama y colchón podrían mejorar y faltaba armario o algún espacio para poder guardar la ropa. A pesar de eso, las habitaciones en plantas superiores son más bonitas y mas luminosas, pero por el precio, que pagamos, se pueden encontrar cosas mejores, como Ria Sultan o Riad Yasmine.
Aquí os seguramente preguntarais, porque nos hemos quedado en el hotel en vez de patear la cuidad. Nos la hemos pateado, la misma tarde, al llegar, con Mohamed, hijo de Said, que nos tenia que acompañar para enseñarnos cómo llegar a hotel. Pensábamos que ira con nosotros a la “primera esquina”, pero al final nos dio una especie de tour, donde nos llevo a los bares de sus amigos, unas tiendas y advirtiéndonos varias veces de que la medina era insegura y que estábamos seguros porque íbamos con él. Perdimos con el más de una hora hasta que nos dejo tranquilos y nos quedamos en el bar Central, donde comimos unos buenos bocadillos de atún, zumo de naranja fresco y te (unos 7 euros).
Aunque no habíamos pedido ese tour y nos había hecho perder el tiempo decidimos darle una propina de 5 € (pensábamos que solo se esto era servicio de hotel ya que nosotros no pedimos ese tour y solo nos solo hizo perder el tiempo) en vez de agradecerlo nos dijo que el cobra mínimo 10 € y que esto es poco, la verdad que me disguste bastante pero bueno, para no discutir le dimos 100 mad y nos lo apuntamos como una experiencia más.
La primera impresión de la Medina de Tánger fue bastante mala. Lo vimos con poca arquitectura, muy descuidada, sin trasmitir seguridad, pero luego descubrimos, que fue Mohamed el que hizo que nos quedáramos con esa mala impresión.
Aquella tarde nos quedamos en el hotel, yo escribiendo la primera parte de este post y Emilio descansando para estar relajado para el tour de exterior y interior de Tánger que si que hemos contratado para el día siguiente.
Rachid nos recogió sábado por la mañana a las 9.30 en nuestro hotel y fuimos juntos al coche, allí nos esperaba Abdul, nuestro guía. Recorrimos varias zonas residenciales, como el bario americano, hasta llegar al Cabo Spartel, donde Adbul nos explico la historia del faro, la historia del nombre, además nos sacamos un par de bonitas fotos con el faro, que sigue operativo, de fondo.
Luego nos dirigimos a las cuevas de Hércules, donde, según la leyenda, vivía Hércules con sus hombres, para vigilar los piratas en el Atlántico. Dentro de la cueva hay una abertura al mar, que tiene la silueta de África y un pozo de deseos.
También te puedes cruzar con algunos de los murciélagos, que son ahora habitantes de la cueva.
Al acabar la visita con el coche volvimos al centro de Tánger, para visitar la Medina.
Abdul nos llevo primero a la Casbah, en la parte alta de la medina, rodeada de murallas y con bonitas vistas a puerto de Tánger. Dentro se encuentra la antigua prisión, que está actualmente en reforma, igual que muchas otras zonas de esta ciudad.
Bajando hacia la parte baja, puedes ver muchas casas de gente extranjera, que eligieron Tánger como su residencia.
En la parte baja se encuentra mercado de comida, que abre cada día y además de fruta, carne y pescado, vende productos típicos como aceitunas, queso de cabra o pan marroquí.
Los jueves y los domingos hay un mercado grande por todas las calles de Medina, donde puedes comprar todo tipo de cosas.
También vistamos la zona donde los artesanos fabrican las alfombras, esta muy cerquita del marcado de comida, al final nos hemos llevado una pequeña alfombra para nuestro baño.
Si quieres ir por tu cuenta, hay un circuito señalizado, que se llama “Bni Idder” y te llevara a través del laberinto de calles de la medina visitando sus puntos más emblemáticos.
Al acabar el circuito, Abdul nos invito en el Café Riff a tomar un te de menta y unos dulces marroquíes.
Eran ya las 2 de la tarde y teníamos hambre, queríamos comer en un sitio bueno y fuera del circuito turístico. Abdul nos recomendó el restaurante Annajma 2, que está cerca de placa de Abril.
Tajín de pollo, calamar a la plancha, unas gambas…todo buenísimo y fresco y solo por 180mad.
En el restaurante ofrece una gran variedad de marisco y pescado y comida marroquí y si vas el viernes, también hacen cous cous , plato típico de los marroquíes, que se come los viernes.
Resto de día pasemos por nuestra cuenta dentro de Medina y descansamos un poco, para cenar volvimos a Café Central, por los bocadillos y zumo de naranja.
Esta vez, la primera impresión no ha sido la que ha contado y, a pasar de todo, nos llevamos un grato recuerdo de nuestra primera visita a Tánger.
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